Las 45 calesitas que han resistido a su desaparición integran hoy el Patrimonio Histórico de la ciudad de Buenos Aires. Sus propietarios, todos “calesiteros” de más de 20 años de profesión y el gobierno porteño se han comprometido en una cruzada para lograr que este entretenimiento colorido y mágico no desaparezca de los barrios de la ciudad.
Según un censo oficial, hacia mediados de los años 1900, en todas las plazas de cada barrio porteño había una calesita, pero en 1990 la cantidad se redujo a un total de 24 en toda la ciudad, la mitad de las cuales están en plena actividad en este momento.
El calesitero Antonio Vila celebró hace poco tiempo sus 90 años en la plaza de Almagro donde se encuentra su calesita. Rodeado de niños y de un grupo de calesiteros, aprovechó la ocasión para reivindicar su profesión y manifestar que la calesita sigue estando de moda ya que los niños siguen soñando con montar a caballo o pilotear un avión.
¿Qué argentino no ha frecuentado una calesita en su infancia? Ella forma parte de nuestros recuerdos lejanos y con un poco de nostalgia, seguimos llevando a los más chicos de la familia.
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